Cómo cultivar flores a partir de semillas

Cultivar flores a partir de semillas puede ser una tarea difícil para los jardineros principiantes. Las semillas y los plantones son delicados y las condiciones inadecuadas pueden destruirlas con mucha facilidad. Con el fin de lograr el mejor resultado posible, planta tus semillas al interior en un recipiente pequeño estéril usando tierra para macetas envasada por profesionales. Sigue las instrucciones en el reverso de tu paquete de semillas y proporciónales abundante luz y agua a tus plantones en crecimiento. Una vez que las flores hayan desarrollado raíces suficientemente fuertes, trasplántalas a tu jardín.

Pasos

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Asegúrate de que tu recipiente proporcione suficiente espacio para el desarrollo de tus semillas. Los recipientes más adecuados deben ser de 10 cm (4 pulgadas) o más de profundidad. Esto permitirá el desarrollo del sistema radicular de las flores.

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Esteriliza tu recipiente. Si usas una maceta de plástico vieja o una bandeja, remójala en una solución que contenga una parte de lejía y nueve partes de agua y enjuaga bien. Si usas un recipiente nuevo, podría no ser necesario esterilizarlo.

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Proporciona un adecuado drenaje. La mayoría de las macetas de plástico y bandejas de germinación ya tienen agujeros en el fondo para drenar el agua. Si usas un vaso de plástico, un cartón para huevos u otro recipiente sin agujeros, haz un agujero pequeño en el fondo de tu recipiente antes de llenarlo con tierra.

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Elige tu tierra para macetas. Las bolitas de turba funcionan bien con las bandejas de germinación, pero podría ser necesario comprar una buena tierra si usas un recipiente grande. Compra tierra para macetas envasada en un centro de jardinería para garantizar que obtengas una mezcla "estéril" de alta calidad. Muchas tiendas incluso venden mezclas especiales para "germinar semillas".

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Llena tres cuartos de tu recipiente con la tierra para macetas elegida. No aprietes la tierra. En vez de ello, deja que permanezca suelta.

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Humedece la tierra antes de añadir las semillas. Agrega suficiente agua para obtener una consistencia húmeda y esponjosa, pero no satures por completo la tierra.

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Sigue las instrucciones del paquete de semillas para plantarlas. Algunas flores requieren que cubras las semillas hasta con 2,5 cm (1 pulgada) de tierra, mientras que otras semillas pequeñas podrían necesitar que solo las esparzas en la superficie de la tierra. Sin embargo, no aprietes la tierra por encima de las semillas, ya que ello las sofocará y dificultará el surgimiento de los brotes.

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Coloca dos o tres semillas en cada recipiente. Sepáralas a una distancia de 0,6 cm (1/4 de pulgada) para evitar que interfieran una con la otra si crece más de una semilla.

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Riégalas una vez más. Solo salpica un poco de agua para humedecer las semillas y la nueva tierra. No las ahogues.

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Cubre tu recipiente. Si usas una bandeja de germinación, es probable que venga con una cubierta de plástico transparente. De lo contrario, usa papel film transparente. La cubierta evita que las semillas se sequen, pero debe ser transparente para permitir que la luz solar pase de forma adecuada.

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Sigue las instrucciones en el reverso del paquete respecto a la temperatura y la luz solar. Por lo general, debes colocar las semillas cerca de una ventana, pero no bajo la luz solar directa.

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Si es necesario, complementa la luz solar. Algunos plantones necesitan hasta 16 horas de luz al día con el fin de desarrollarse de forma adecuada. En este caso, enciende una luz fluorescente unos centímetros por encima de las hojas más altas durante las horas en que no hay luz solar.

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Retira la cubierta una vez que los plantones muestren dos grupos completos de hojas. Reubica a los plantones en un lugar con mejor luz solar.

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Rota el recipiente cada dos o tres días. Esto evitará que los plantones se doblen en cualquier dirección para alcanzar la luz.

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Riega los plantones rociándolos suavemente en vez de echarles chorros de agua. Si es posible, usa una botella de espray. Regarlos suavemente evitará que se dañen los delicados sistemas radiculares que están en desarrollo.

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Prueba la tierra con tu dedo para determinar si necesita que la riegues. Si presionas tu dedo en la tierra y sientes humedad, es mejor esperar antes de volver a regarla. Mantén el suelo húmedo, pero no empapado.

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Si deseas, agrega fertilizante una vez que el plantón produzca unas cuantas hojas. Usa un fertilizante suave. Si es posible, compra uno que esté diseñado especialmente para los brotes jóvenes.

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Cava un agujero en tu jardín el doble de profundo que la maceta. Vuelve a llenar el agujero a la misma profundidad que tu maceta o recipiente usando tierra suelta. El objetivo de cavar el suelo y rellenarlo es garantizar que la tierra permanezca lo suficientemente suelta para que se adapten las raíces de las flores.

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Añade agua dentro del agujero. No debes saturarlo por completo, pero debes agregar suficiente agua para que la tierra esté un poco esponjosa.

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Inclina la maceta hacia un lado con la flor dentro. Golpetea ligeramente el fondo y los costados hasta que puedas retirar la tierra de su recipiente sin forzarla.

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Coloca la planta en el agujero. La estructura de la raíz debe ser lo suficientemente sólida para que la planta retenga la forma del recipiente en el que estaba.

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Sostén la planta con una mano y usa tu otra mano para llenar el resto del agujero con tierra. Asegúrate de que tu planta esté firmemente asentada, pero no aprietes mucho la tierra.

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Agrega más agua. No empapes la flor, solo asegúrate de que esté húmeda.